Homenaje: Siempre en mi corazón, Urtzi

Llegaste a casa un mes de noviembre y eras una preciosa bolita blanca, en ese mismo momento te empezamos a querer. Pronto te convertiste en mi compañero fiel e inseparable amigo.

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Juntos empezamos a disfrutar de momentos inolvidables, tu primer biberón, tu primer baño, tu primera nevada, tus primeros viajes, aquella tarde en el salón de la peluquerí­a. También malos ratos que no merece la pena recordarlos, verdad Urtzi? Eras maravilloso, cada vez que llegábamos a casa te poní­as loco de contento por el simple hecho de vernos. Los años pasaban e ibas creciendo como crecí­a ese sentimiento recí­proco de amor que hubo entre nosotros dos, juntos descubrimos nuevas sensaciones, y afrontamos también juntos tus miedos y sufrimientos, y aprendimos juntos a convivir con tus problemas de salud.
Tení­as un corazón muy grande, en todos los aspectos y llegó un momento en el que ya no te cabí­a dentro de ti y es entonces cuando se agravaron tus problemas de salud, vino tu operación. Los últimos meses que pasamos juntos, fueron inolvidables, volviste a ser el Urtzi de siempre, alegre, jovial, gruñón, juguetón, travieso feliz y contento a pesar de lo malito que estabas ya, aun me acuerdo mi viejito como te engañaba para que te tomaras tus medicinas. Fueron doce inolvidables años disfrutando de tu compañí­a, hasta que llegó la última y fatí­dica semana, no podí­amos verte sufrir de esa manera, fue muy duro y ante aquel maldito colapso de tráquea no me quedó más remedio que tomar la decisión de que dejaras de sufrir.
Sé que eres feliz , que te acuerdas de nosotros, que disfrutas del merecido descanso que te has ganado, que sabes lo mucho que te sigo queriendo y que te echo mucho de menos, solo me queda el consuelo de mirar tus fotos y recordarte. Cuí­date amigo mí­o, hasta siempre mi fiel compañero sé que me estás esperando en ese lugar del cielo para que cuando llegue el momento, sepa dónde encontrarte, gracias por todo y hasta que nos volvamos a juntar, algún dí­a en algún lugar del tiempo.

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